miércoles, 25 de septiembre de 2013

#BARCELONATAURINA. Despedida europea de César Rincón (23/Septiembre/2013)

Ayer 24 de Septiembre de 2013 gracias a la iniciativa de @MILINKO_  y de @ALCOBENDAS82, responsables de BANDERILLAS NEGRAS, más de 100 webs y blogs taurinos lanzamos un post conjunto clamando por #BARCELONATAURINA cuando se cumplen dos años del cierre de la Monumental de Barcelona.
Desde aquí mi agradecimiento a Amaro y a Jaime por contar conmigo y este humilde blog y por hacer que al menos durante un día la afición estuviese unida dejando a un lado las disputas cotidianas de palmeros, talibanes, babosas etc, etc.

Para completar este homanaje a la afición catalana, me gustaría recordar la última tarde en Europa de mi admirado César Rincón que precisamente fue en la Monumental de Barcelona el día 23 de Septiembre de 2007.

JUAN MIGUEL NÚÑEZ (EFE)
BARCELONA.- El diestro colombiano César Rincón ha hecho historia en su adiós a los ruedos europeos con un importante triunfo de tres orejas, en la corrida que ha puesto fin a la temporada barcelonesa, en la que Serafín Marín, que ha obtenido dos trofeos, le ha acompañado en la salida a hombros por la Puerta Grande.
Ficha del festejo: Toros de Núñez de Cuvillo, aceptablemente presentados, encastados y exigentes. La plaza tuvo lleno de "no hay billetes" en tarde espléndida.
César Rincón: Estocada al encuentro desprendida (dos orejas tras un aviso); y estocada (una oreja).
José Tomás: Dos pinchazos, estocada y tres descabellos (ovación tras un aviso); y tres pinchazos y dos descabellos (aclamada vuelta tras un aviso).
Serafín Marín: Pinchazo hondo y descabello (vuelta tras un aviso); y estocada (una oreja).

Hay que hablar de César Rincón por su triunfo, grande y muy merecido. Destaca asimismo el nombre del torero de la tierra, el catalán Serafín Marín. Y se pregunta la gente qué pasó con José Tomás, que a priori y con todos los respetos para los otros dos, era el gran protagonista.
Sencillamente su propio fallo a espadas le ha apartado de estar en los titulares con el mismo tipo de letra que el de sus compañeros, por haber malogrado con la espada dos faenas muy importantes. Por eso, aún si dejar de ponderar los contenidos de esos dos trasteos, de Tomás hay que decir en esta ocasión sobre todo, que su triunfo más grande ha vuelto a ser la enorme expectación que ha provocado su nombre.
Barcelona, como hace tres meses y cinco días —aquel 17 de junio, cuando reapareció al cabo casi de cinco años sin vestirse de luces— ha vuelto ser 'la Meca del Toreo', por la peregrinación a la misma de aficionados de todas las partes del mundo, gracias a José Tomás.
Hasta los mismísimos antitaurinos, un reducido número, eso sí, quisieron aprovechar para hacerse notar con sus consignas contrarias al espectáculo, apostándose frente a la Monumental con carteles la mayoría en inglés. La respuesta espontánea de los miles de aficionados y espectadores contra la ridícula presencia de los protestones ha sido tan contundente como el lleno absoluto en la plaza.
Todo a cuento de José Tomás, gracias al cual en la plaza se vive un ambiente distinto, favorable y de disposición al triunfo, hay que reconocer. Y como además de él actúan dos más, siempre cabe la posibilidad de ver también a los otros. En esta ocasión no ha podido ser con él por el apuntado fallo con los aceros. Sin embargo, lo de Rincón y Marín ha valido mucho la pena.
Una emotiva ovación del público al romper filas las cuadrillas tras el paseíllo, como el día anterior. Y la duda de quién saldría primero a saludar, si el responsable de tanta expectación, o el maestro Rincón que se despedía. Al final se respetó la liturgia y el más veterano invitó a los dos compañeros a compartir los aplausos.

Gran tarde de toros

Y salió el primer toro, manso pero encastado, "pidiendo el carnet" como dicen los profesionales en su jerga. Toro que no perdonaba errores, viniéndose arriba. Rincón lo toreó con el capote por verónicas en el recibo y por chicuelinas en un quite que fue réplica a otro de Tomás que se había hecho presente en su turno por gaoneras.
La faena de muleta —que brindó a su hermano Carlos, que ha vivido con él toda su carrera como eficaz mozo de espadas—, estuvo preñada de torería y arrestos. El mejor Rincón, toreando por abajo, citando de largo y llevando al toro largo. Sin duda la mejor faena del colombiano este año después de la de Sevilla en abril. En la vuelta al ruedo paseó las banderas de su país y de España, dos naciones históricamente hermanadas en el toreo.
El cuarto obligó a un esfuerzo todavía mayor. Otra vez la raza del torero, que a estas alturas de su vida no se sabe cómo fue capaz de crecerse. El toro supo siempre dónde estaba el hombre, que finalmente no le dudó. Y así sumó Rincón un tercer trofeo.
La plaza, hay que advertir, estuvo muy, pero que muy cariñosa con él, volcada en la celebración de cada intervención feliz que tuvo. Barcelona, a la altura también de su espléndida historia taurina.
Importante actuación también la de Marín, que no dudó en jugársela con su difícil primero, al que incluso pudo haber cortado una oreja si lo llega a matar bien. En el último, cuya muerte dedicó al maestro Rincón, cuajó asimismo una faena a más de mucha quietud y aguante. Quizás la segunda oreja fue algo generosa, pero en tarde tan palpitante había que ensalzar también el catalanismo taurino, que, como único diestro de alternativa en activo, Marín representa como nadie.
Y de José Tomás hay que resaltar la seriedad de sus dos faenas, sin concesiones, arrimándose en ambas de forma apabullante, según acostumbra. Mejor en su primero, más templado y con más dominio de la técnica. En el quinto, su obsesión por el hieratismo mermó a veces su mando sobre el toro. Pero, quede claro, si mata a los dos, al final hubiera estado también en la Puerta Grande.





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